Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

sábado, 12 de diciembre de 2015

Cuando la fiesta acaba. «Cuaderno de vacaciones», de Luis Alberto de Cuenca


CUADERNO DE VACACIONES, de Luis Alberto de Cuenca 
Visor, Madrid, 2015 (2ª ed) 

Pocos poetas se sentirían cómodos con un título como Cuaderno de vacaciones y es posible que tampoco haya lectores que lo admitieran con facilidad al frente de un libro que no estuviera firmado por Luis Alberto de Cuenca (1950). Sus lectores, sin embargo, sin duda lo habrán recibido con una sonrisa de comprensión. Eso es en lo que ha convertido siempre cuanto ha tocado, sea como erudito o como poeta, transformando lo serio y reverencial —la antigüedad o los versos— en materia de vacaciones —aventura, tebeo, humor y, sobre todo, «claridad», que tal vez sea la esencia del verano. 
 Sin duda quien más a disgusto se ha de sentir frente a un título como Cuaderno de vacaciones son los poetas y lectores de estirpe existencialista. No es la vida, ni la muerte, asunto para tomárselo a broma, ni para como pasatiempo de veraneo. Y, sin embargo, veinte poemas, de 85, contienen la palabra «muerte» al menos en una ocasión, y con ella aparecen un presagio y un temor: «Ahora que la muerte no está lejos / (la verdad es que siempre estuvo cerca)». De hecho este es el asunto principal que vertebra el libro, la decadencia que provoca la edad y el presentimiento del final. Pero es, sobre todo, el tema de algunos poemas (como «Consolatio ad se impsum» o «Melancolía») en los que Luis Alberto de Cuenca se desdobla en las dos personalidades que escriben al alimón: la angustia de quien sufre la soledad como signo de un acabamiento y el insobornable optimismo de quien, sobre todos los obstáculos, ha estado siempre dispuesto a «saborear / el triunfo de estar vivos». Y no es este el único conflicto de fondo, lírico, que aflora en este Cuaderno de vacaciones. Otros tantos poemas se preguntan por la realidad que acaso el excesivo amor a la literatura y a la fantasía dejaron para otro momento. Ahora que el poeta presiente que ya no hay tiempo para todo su reflexión se recrudece: «permite que la luz de lo real / entre en tu corazón». Conflicto que tampoco resuelven, en el libro, estas palabras, porque otros textos donde evoca el pasado insisten en el recuerdo de lo vivido entre las páginas de los libros (o de los tebeos). 
 En una nota inicial Luis Alberto de Cuenca desvela que ha escrito los 85 poemas en el curso de cuatro veranos, durante las vacaciones, y de ahí el título. Carecería de interés esta información si no le hubiera dado un carácter estructural. Cada sección contiene los poemas escritos cada año: pocos en los tres primeros; la mayoría, del último. Y esta estructura permite que el lector acompañe al autor en la implícita angustia de la escasez y por la explícita jovialidad de la creatividad. Tal vez la experiencia de lectura más intensa en este libro, que ha merecido el Premio Nacional de Poesía en 2015.

El Ciervo nº 754. Noviembre-diciembre, 2015

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