Cuaderno de crítica literaria | José Ángel Cilleruelo

sábado, 24 de septiembre de 2016

EL ORDEN DE LO DESORDENADO. «Z/S», de Adília Lopes


Adília Lopes, Z/S, 
Averno, Lisboa, 2016

En un estante conservo unos cuantos libros de Adília Lopes (1960). Antes de ponerme a escribir estas líneas los observo por ver qué me dicen. Descubro que no sé si son todos, pocos o muchos. Todos, seguro que no. También desconozco si tengo los más representativos o si me falta alguno de relieve. Continuó observando y, a diferencia de los libros de los autores que la rodean, no los he ordenado cronológicamente. Están ahí, al azar de su lectura. Tampoco recuerdo haber ido en su busca. En viajes o estancias me los he ido encontrando en librerías. Y siempre que he visto uno lo he comprado. Me pregunto, después, si esos libros ahí guardados me han gustado. He de aceptar que claro, los he leído siempre con gusto. Aunque nunca se me haya ocurrido sentarme a escribir sobre ellos. 
     Desde hace un tiempo los títulos de Adília Lopes aparecen en Averno. Averno es una editorial lisboeta que va medio siglo por delante del resto de editoriales portuguesas. Siempre había leído con gusto los libros de Adília, pero nunca se me hubiera ocurrido que pudieran publicarse en Averno. Una vez vistos en su catálogo me he dicho ¿y por qué no? Y me he sentado a escribir sobre el último: Z/S. Aunque reconozco que ha sido la audacia de un editor la que se ha adelantado a la del crítico. 
     Z/S es una transcripción alterada del célebre ensayo de Roland Barthes, S/Z, en el que, a propósito de Balzac, liberaba el significado de los barrotes estructuralistas del texto. La ironía devuelve el significado a su cauce escrito: ¿será el texto las cenizas restantes del significado una vez calcinado este? O al menos ese parece ser el sentido del libro.
    El modo caótico de pervivir los libros de Adília en mi biblioteca, compruebo una vez más, resulta coherente con la lectura del libro. Pero me doy cuenta de que no se trata de desorden, ni en el estante ni en las páginas. Es verdad que Adília posiblemente sea algo alérgica al orden («Mi cuarto es idéntico / al camerino de Marlene Dietrich / en Marruecos de Joseph von Sternberg» dice una de las anotaciones), pero lo relevante no es eso, sino su indisposición a la jerarquía: en las páginas de Z/S hay verso, prosa, citas dentro y fuera de los textos… se reúnen y se mezclan, sí, pero no en forma caótica, sino con una ausencia total de escalafones o rangos literarios. Igual que sus libros en mi estante. Con esta desjerarquización ha urdido Adília Lopes el primer emblema de su poesía. Es el cajón que reúne la escritura que no tiene cajón donde guardarse. Y si al principio su poética arraigaba en un estilo claro de antipoesía, con el tiempo, y a partir de estas audaces irrupciones de materiales literarios diversos, se ha convertido en una propuesta más compleja. Una mezcla de tonos y de estilos que no en sí misma una propuesta desconocida, lo singular es la irreverencia ante los modelos de estructura implícitos en la materia literaria con que la presenta. 
    Z/S no oculta una primera vocación de arte poética. El texto inicial, que empieza «Los poemas que escribo…», acaba invirtiendo el símbolo del molino que usa: «son las aguas pasadas». Y un poco más adelante un poema hace una aseveración de principios: «A la vida / he pedido siempre y solo / la vida / nada más». Ahora bien, la concreción literaria de la memoria y la del presente suelen presentar estilos diferentes. O, expresado de otra forma, jerarquiza de modos distintos las decisiones sobre la escritura. De ahí que entre memoria y presente se deriven maneras estilísticas que tienden a oponerse. La segunda característica de la poesía de Adília parte de esta identificación de opuestos. A lo largo de las páginas son abundantes y evidentes las menciones al presente, que no se rasgan las vestiduras ante un tono claro de intervención y poesía política («El horror económico es brutal, es un embuste, es un chanchullo, es una mega-bomba, una más»), sin embargo, Z/S es un hermoso libro sobre cómo la memoria conserva el primer conocimiento del conocimiento. Y no es un juego de palabras. Una gran parte de los textos remiten a los años 70, a los estudios de secundaria, a los recuerdos de la adolescencia, pero esta inmersión autobiográfica no es sentimental, sino cognitiva. Y ahí prende también la singularidad temática del libro: trata de revelar un interregno, la delicada transición que existe en la edad adolescente entre los reflejos e ilusiones del conocimiento —la aproximación desde la ingenuidad— y el conocimiento en sí. 
     Ahora bien, las dos características de la poesía de Adília Lopes en este volumen, la ausencia de jerarquías estilísticas y el acento temático sobre lo intuitivo, siendo en sí mismas valores literarios de interés, se funden en Z/S para llevar a cabo una práctica de presente: la desmitificación radical de los tópicos intelectuales y culturales de la época. La capacidad de ironía de la autora hacia el lugar común y el pensamiento reverente es inagotable y devastadora: «Mi patria es la lengua portuguesa, escribió Fernando Pessoa. // Hago el amor en francés, insulto en ruso, hago negocios en inglés, escribieron Sacha Guitry y Nabokov». 
    Enfatizar, sin embargo, este factor irónico como una cualidad esencial del conjunto corre el riesgo de agotar demasiado pronto la intención más honda del libro. El descreimiento culturalista es una mera función práctica, solo un síntoma, una apariencia superficial. El tronco donde prende esta actitud irónica es menos festivo. Es un tema que tiene una larga tradición literaria en la que el humor y la causticidad han sido ingredientes esenciales: el desengaño. Adília Lopes ha escrito un libro estremecedor sobre los engaños que han turbado la conciencia congnitiva de una generación, de una edad o de una época. Z/S es tanto la indagación en las raíces del engaño (la memoria) como el canto amargo, que el humor nunca oculta del todo, de quien contempla lo real desde un hondo desengaño (la vida). Es este uno de los libros más agridulces que puedan leerse. Bajo la aparente dicción desinhibida y alborozada de la autora el lector se adentra de repente en unas aguas diferentes: las de la aflicción del pensar. La tribulación de quien camina sin estructuras alrededor, en el vacío.

Inédito

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